sábado, 7 de noviembre de 2015

Ice Cream

Una gran explosión se oyó, justo antes de que las sirenas comenzaran a sonar. Miré por la ventana y un humo denso, acompañado de un gran fuego que consumía los edificios se lograba vislumbrar en la distancia, sentí una presión en el pecho, y las explosiones comenzaron a masificarse, comiéndose la ciudad. Tardé unos segundos, pero rápidamente salí de casa.
Las personas gritaban, y se empujaban los unos a los otros tratando de salvar sus pobres vidas, pero el final era inminente.
No sabía los motivos, ni tampoco era mi guerra, pero daba igual. La muerte se acercaba con cada explosión, y lentamente se me iba la vida.

Una sensación de sofoco me ahogaba con cada respiro. Ya no necesitaba ni sueños, ni anhelos. Estaba frente al final, mi final, y no había escape.